martes, 12 de julio de 2011

¿Con el PSOE a muerte?

Pedro Escobar Muñoz y Víctor Manuel Casco
Diputados de Izquierda Unida en la Asamblea de Extremadura



La pinza fue uno de esos geniales inventos del PSOE de Felipe González para atacar de manera inmisericorde, y sin la más mínima decencia política ni respeto a la verdad, al hoy ex coordinador general de Izquierda Unida, Julio Anguita.
El PSOE, que pactaba con el PP leyes y programas en el Parlamento español, podía establecer una cortina de humo con la que ocultar su preferencia hacia las políticas más extremas de la derecha en materia laboral, económica y social y, de paso, pescar en el caladero de los votos de la izquierda.
Fue una jugada maestra: nadie responsabilizaba al PSOE de sus pactos de gobierno, ni de sus acciones, mientras que se exige de IU que entregue sus votos a un partido escorado al neoliberalismo.
Y la historia se vuelve a repetir. Los diputados de Izquierda Unida de Extremadura debemos cargar con la losa de haber permitido el gobierno del PP en nuestra región, de un PP con el cual el gobierno de Fernández Vara (del PSOE) había pactado durante la pasada legislatura un Estatuto de Autonomía para glosar las gestas de Santiago y cierra España, una Ley de Educación que es la alegría de la huerta para la escuela concertada, una Ley del Suelo que favorece la especulación urbanística, una Ley de Cajas para privatizarlas, un Pacto Económico y Social cuyo mejor resumen son los 556 nuevos parados en junio, 117.890 personas en total…
Pero los diputados de IU de Extremadura nos hemos abstenido porque no estamos dispuestos a llegar a acuerdos con la derecha camuflada de Fernández Vara ni nos dejamos seducir por las letanías y declaraciones de buenas intenciones de la derecha declarada de José Antonio Monago. Ni PP ni PSOE.
El reglamento de la Asamblea de Extremadura (¡pactado por el PP y el PSOE!) nos impide poder votarnos a nosotros mismos. Nos hemos abstenido porque no queremos sustentar cuatro años más de un gobierno que lleva 28 tejiendo redes clientelares y caciquiles, porque en esta región las instituciones y el Partido Socialista se han mimetizado: Asamblea, Junta, ayuntamientos y diputaciones han llegado a ser considerados la finca de recreo de prebostes que piensan que el socialismo llega en coche oficial.
Nos hemos abstenido porque queremos ser oposición a los 62 diputados que hoy se sientan en la Asamblea y la izquierda con la que queremos llegar a acuerdos se está movilizando en las plazas, son los indignados, desalojados por mandato de Rubalcaba, con la complicidad de los alcaldes del PP de Mérida, Cáceres y Badajoz… ¿No llamamos pinza a esa colaboración entre los dos grandes partidos para quitarse de en medio a quienes están cuestionando este sistema bipartidista?
Nuestra abstención, que en castellano significa “no optar por una cosa”, permite simple y llanamente que gobierne la lista más votada por los ciudadanos. Y que el PSOE haya perdido 60.000 votos en estas elecciones no es culpa nuestra.
Claro que es mucho más cómodo responsabilizar a los demás de las debacles propias. También lo es poder llegar a pactos con el PP en Euskadi, por cierto, el último en Álava, donde el PSOE ha votado afirmativamente al candidato del PP. Acuerdos del PSOE con la derecha los tenemos en Navarra, en Canarias y en las Cortes con el PNV y CiU, pero responsabilidades sólo se exigen a IU.
Cánovas y Sagasta, liberal y conservador, Vara y Monago, Rajoy y Zapatero… son las dos caras de la moneda de la Restauración. Hay matices, pero el sistema económico, social y político no es cuestionado en sus fundamentos por ninguno de los dos partidos. Se reparten los papeles, pero en lo sustancial todo permanece siempre igual… la lógica de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, pese a su venerable antigüedad, resiste todo intento de combate.
Si por activa o por pasiva estamos obligados a defender a muerte al PSOE, ¿qué contenidos programáticos, sociales o políticos podemos arrancar? El partido de las reformas laborales, el pensionazo, los cheques a la banca, las privatizaciones, la congelación y reducción de salarios a los funcionarios, la persecución del 15-M, la manipulación, las corruptelas… ese partido no necesita más que esperar sentado a que IU le entregue sus votos, porque sí, sin más razones, porque nos hemos atado de pies y manos, porque hemos cedido al invento, al chantaje, a la ficción de la pinza.
Queremos reclamar otras lógicas. Ser alternativa programática y de lucha, de lucha en la calle, de lucha con los precarios, con los parados, con los desheredados y desahuciados, al PP y al PSOE. Al sistema bipartidista. Las instituciones no deberían tener más valor para IU que ser un altavoz de su programa. Y nada más. Con un pie en la calle y otra en la institución, decía Manuel Cañada, antiguo coordinador general de IU Extremadura.
La institución, con sus rituales y privilegios, tal vez pueda seducir a algunos, pero ese no puede ser el camino. No lo puede ser si queremos reconstruir una izquierda que en este panorama de crisis económica aún no ha sido capaz de encontrar un resquicio desde el que responder. El 15-M no es sólo una repuesta colectiva, ilusionante, distinta, fresca y organizada a las agresiones neoliberales, también lo es al fracaso de la izquierda tradicional. ¡Cinco millones de parados! Y nosotros discutiendo si el PSOE es de izquierdas…
Nos abstenemos en Extremadura, sí. Cierto. No optamos ni por PP ni por PSOE. Pero hay otra razón: es la petición expresa del 75% de los militantes y, salvo que queramos ser una minoría de ilustrados que hace todo por la base pero sin la base, hemos optado por “mandar obedeciendo”. La consigna zapatista hoy tiene más valor que nunca.

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